¡ERUPCIÓN!

No son nubes, es ceniza, que se alzó 11 km sobre el volcán.

La verdad es que he estado muy floja para escribir en el blog, y a pesar de que tengo como 8 entradas en cola, no me animaba a publicar ninguna. Sin embargo, ya que el miércoles recien pasado a treinta KM. de mi casa UN VOLCÁN HIZO ERUPCIÓN, me pareció que debía vencer la flojera y registrar tal suceso en esta humilde bitácora. 

Eran las seis y diez de la tarde y figuraba yo echada en mi cama mirando YES TO THE DRESS (#sorrynotsorry). Me encontraba procrastinando pues tendría que haber estado preparando un material para trabajar al día siguiente. Como mi generación es especialista en la "multipantalla", es decir, estar viendo tele, hablando por whatsapp en el celular y chequeando facebook en el computador (todo al mismo tiempo), mientras mi humor se deleitaba con los horrorosos vestidos con plumas que les gustan a algunas mujeres, se me ocurrió mirar facebook y, ¿qué ví?, pues una foto subida por esos amigos-conocidosconlosquenohablamos. Encabezaba la imagen un improperio propio de la cultura chilensis y la foto de un volcán con una fumarola incipiente. Era un volcán que me parecía conocido. Era el volcán Calbuco, que se ve básicamente desde una ventana de mi casa.Oh F*ck, Oh Lord, Cresta máquina, como diría nuestro personaje ficticio favorito Julio Videla 1. 

¿Qué es lo primero que hacemos en caso de emergencia para buscar información ultra confiable y selecta? Mirar Twitter: #volcán, #erupción, #Calbuco y por supuesto, también en inglés, para parecer sofisticada: #volcano, #eruption (y hasta ahí no más, porque el conocimiento bilingüe en tema de volcanes es limitado).

Resultó que era TRENDING TOPIC, HELLO. Y yo ahí, echada en la cama, mirando tele. Algo había que hacer, algo productivo, sí, más productivo que empezar a correr en círculos por toda mi casa y entrar en pánico. ¿Qué hice? Me puse ropa de verdad (andaba en pijama), busqué mis llaves y salí a tomar profesionalísimas fotos con la cámara de 5 mgpx de mi celular. Corrí hasta llegar a un parquecito con juegos para los niños, me subí a un banquito y comencé a documentar esta impresionante manifestación de la fuerza de la naturaleza (#nosomosnada). Saqué como 10 fotos, volví a mi casa, subí mis fotos a twitter, instagram, y luego, sentí un gran vacío en mi interior. Así que diez minutos más tarde salí de nuevo con el mismo propósito, pero lo importante, es que la fumarola se había (al menos) triplicado. En ese momento no pensé en nada especialmente terrible ya que hace poco otro volcán en Chile había hecho erupción y nada horrible ocurrió. Volví a mi casa, prendí la radio, y de lo único que se hablaba era de la erupción, gente llamando, dando datos de la congestión en las calles, como se encontraba el sector en el que vivían, y por supuesto, información acerca de como se había comenzado a acaparar bencina y comida en cantidades industriales (#típicochileno). 

Mi calma comenzó a desaparecer poco a poco, ya que, (1), estaba sola en mi casa porque mis papás se habían ido al campo y volvían el fin de semana, (2) las líneas telefónicas estaban colapsadas, y sí, sé que en casos de emergencia hay que recurrir al mensaje de texto, pero mis papás no saben usar mensaje de texto, así que no me podía comunicar con nadie, (3) comenzaron a llegar mensajes de Alerta Presidencial, que decían que era zona roja, es decir, de emergencia, y que el radio de evacuación era de diez KM a la redonda del volcán, (4) luego la zona de evacuación se amplió a 20, (5) no tenía maldita idea de a cuánta distancia me encontraba yo del bendito volcán, (6) no tenía cómo escapar de mi casa.

Sólo quedaba encomendarse a la Virgen María Santísima y esperar. Seguí escuchando noticias, me comí 800 calorías en forma de galletas, y luego de unas horas la primera emisión de materia se detuvo. Gracias a Alá (para mi) que había viento Sur, y mi ciudad se encuentra al Sur del volcán, por lo que todas las cenizas comenzaron a volar para el norte de mi país, y para Argentina (de hecho llegaron hasta Brasil). Durante la tarde, recibí al menos una decena de llamadas al teléfono fijo, de amigos de mis papás que estaban preocupados. ¡Hasta de Francia nos llamaron! Yo ahí, contestando y hablando calmada, "no pasa nada, no pasa nada, estamos bien". Finalmente también me llamó mi madre, y se encontraba relajadísima y me dijo "no te preocupes por nosotros, estamos bien", y yo pensé: "PREOCÚPENSE USTEDES POR MÍ, QUE ESTOY SOLA EN ESTA VIVIENDA DESOLADA", pero me mantuve digna y madura y le dije "jeje que bueno". 

Siguió la tarde, mientras todos miraban el avance de la fumarola, y los sureños en Santiago diciendo "menos foto, más información",  lo siento, pero era imposible resistirse a la tentación de ser cool y estar en el cráter del volcán. Pasadas las horas, me calmé, y escuché por la radio que se suspendían todas las actividades del día siguiente (¡yupi! no hay que trabajar). Me fui a acostar,  desperté a la mañana siguiente, aún cuando se supone que hubo múltiples mini temblores durante la noche, aunque, ¿a quién le importan los temblores en Chile? Porque sí, para quienes no viven acá, además de tener decenas de volcanes activos, tenemos terremotos cada seis meses. 

La mañana del jueves 23, me enteré de que a las 1 AM aproximadamente el volcán había vuelto a emitir materia, esta vez de manera muchísimo más intensa, y de que los lugares inmediatos al volcán estaban cubiertos por gruesas capas de ceniza, y la dirección que ésta iba tomando. El viento siguió siendo Sur, por lo que mi ciudad no se vio realmente afectada. De todas formas, si hubiese ocurrido lo contrario, ¿Cómo evacuas una ciudad de 350 mil habitantes en Chile? Habría sido imposible de todas formas.

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Para terminar, a parte de decir que las cenizas llegaron hasta los confines del Universo, viviendo en un país como este, he aprendido a aceptar los designios de la naturaleza. ¿Qué más queda? Ningún hombre podría hacer nada contra la furia de algo tan magnífico como un volcán. Lamentablemente los más afectados siempre son quienes menos recursos tienen, y también en este caso, los animales, pues es una zona agrícola y si evacúas predios, no puedes llevarte a tus 500 vacas contigo. Pasé un susto grande, y eso que yo soy una persona bastante calmada, pero la incertidumbre de no saber que ocurrirá resulta de todas formas estresante. Me queda rogarle a la Pachamama para que me de el don de no aferrarme a nada, y si todo lo que tengo se llega a destruir algún día, tener la fuerza para volver a construirlo y seguir adelante. Fuerza también a todas aquellas personas que se vieron realmente afectadas. No sé si sirve de algo, pero de verdad, de verdad, que pudo haber sido muchísimo peor. 

María Luisa