Ley del Universo: Callar y Esperar

Escribo esto como un recordatorio para mi misma y porque personas con las que he hablado coinciden conmigo, y supongo que de alguna u otra forma es algo que a todos nos ha sucedido en alguna ocasión. Me refiero a las terribles consecuencias que se desencadenan cuando contamos o nos jactamos de algo que aun no ha sucedido. 

Hay veces en las que creemos que tenemos algo asegurado, ya sea porque las probabilidades son altas, porque manejamos información exclusiva o porque nos han hecho una promesa o una excelente oferta. Obviamente nos emocionamos e ilusionamos respecto de aquello que creemos sucederá, y como ya lo damos por hecho, lo divulgamos por todo el mundo y con una sonrisa gigante en la cara se lo contamos a toda nuestra familia, amigos y conocidos. Quizás incluso al panadero y a la cajera del supermercado, no para que los demás sientan envidia o algo parecido, sino porque nos embriaga la felicidad y nos sentimos afortunados. ERROR. 

No sé ustedes, pero cada vez que he tenido este comportamiento, de un momento a otro, aquella oportunidad u oferta desaparece como Sirius Black arriba del hipogrifo. Es como si el universo deliberadamente nos castigara por andar alardeando de aquello que no ha pasado todavía, y nos quedamos ahí, frustrados y con cara de imbéciles imaginando la explicación que le daremos a toda esa gente a la que le contamos la buena nueva cuando en realidad no era más que una posibilidad. Como conté en la entrada anterior, este mes mi celular cumplía 1 año, lo cual fue un gran asunto para mi porque nunca un teléfono móvil me había durado tanto. Me dí cuenta de aquello como a principios de Julio y me moría de ganas de contarle a medio mundo acerca de mi hazaña celularística, pero ya he sido tantas veces castigada con esta fórmula universal, que con el pesar de mi alma, esperé hasta que llegó el plazo correcto, porque SABÍA que si decía una palabra antes, iba a perder el celular. 

De lo anterior, es que he desarrollado dos mantras personales: 

1.- No alardear ni dar por sentado nada que aun no haya sucedido, porque por más seguro que parezca, todo puede cambiar de un minuto a otro. 

2.- Si cuento mis sueños, no se vuelven realidad. Aunque suene supersticioso, creo que aquellos grandes deseos que se ven lejanos, es mejor guardarlos para nosotros, y en vez de hablar de aquello que parece inalcanzable (por más que lo deseemos), es mejor irse enfocando en pequeñas metas cotidianas que nos vayan enfocando en esa dirección. 

¿Hay algo que usteds crean que es como una "ley universal"?, ¿Les ha pasado alguna vez que por hablar, sus planes se arruinan?

María Luisa.