Carrera congelada, pánico, y burocracia.

Hace muchos días que no escribía nada, pero es que a veces las palabras simplemente no me vienen, y luego de golpe siento la necesidad de escribir cinco entradas distintas al mismo tiempo. A mediados de marzo, viajé a Santiago a arreglar todos los trámites para congelar la carrera. El calor estaba espantoso, todos los días que estuve allá hubo más de 30 grados de temperatura, y yo, súper sureña, estaba que me mataba.

Al llegar noté un cambio: los tres años anteriores, yo de verdad sentía que Santiago era mi nueva casa, era natural para mí andar por sus calles, respirar su smog y morirme de calor, pero esta vez, esa especie de inercia ya no existía, hubo algo que me hizo ser consciente y decirme: "este año, esta ciudad no es tu casa", y fue raro, pero bacán.

Llegué justo para hacer los trámites, porque a pesar de que el año pasado había averiguado lo que tenía que hacer, resulta que me habían informado mal, y yo creí que no tenía que matricularme si congelaba antes del 31, pero después me dijeron que sí, y llegué el último día de plazo, por lo que corrí por todo el centro de Santiago para que me timbraran y legalizaran los documentos, y para pagar todo. 

También tenía que mandar una carta al director de escuela exponiendo mis razones para congelar y bla bla bla, pero, de nuevo, las secretarias, en todas las ocasiones que les había consultado antes (como 5, lo juro), nunca me dijeron que además de la carta necesitaba un certificado de biblioteca acreditando que no debía ningún libro, y dicho certificado se demoraba 2 días en ser emitido y yo ya me tenía que volver a Puerto Montt porque tenía que trabajar. CAOS, CAOS, CAOS. En fin, tuve que hacer un poder simple, para que alguien sacara el papel por mí y decidí enviar la carta desde Puerto Montt, porque no sabía bien que escribir. (Al final la carta era super fome y formal).

Cuando me sacaron el certificado, escribí la carta, la envie el día X para que la entregaran el día Y, y para mi mala suerte, en esos dos días entre día X y día Y, CAMBIARON AL DIRECTOR DE ESCUELA, entonces mi carta iba dirigida a Señora Pepita, pero le iba a llegar a Señor Juanito, y ahí casi me da un infarto. Así que como el 26 de marzo, me puse a llamar desesperadamente a secretaría de estudios, como una loca, una y otra y otra vez y nadie me contestaba. Hasta que me contestaron y me dijeron que no importaba :) y fui feliz for evah. 

Mañana llamaré para ver si aceptaron mi renuncia, y supongo que sí, porque en verdad, qué les importa a ellos, ¿verdad?. Y bueno eso, esta es como la entrada más fome de la vida. 

Hice otras cosas en Santiago igual, a parte de trámites. Vi a mi pololo, a mis amigas de la U, fui al cine a ver Still Alice, película que me encantó, y trate de ir a la exposición de Yayoi Kusama, pero se habían acabado los tickets para ese día, así que intentaré ir de nuevo en Abril. También fui a calle independencia y compré unas telas preciosas para hacer unas blusas (gasa a $1000 el metro). También compré hilos de bordar, de colores muy lindos ($150 cada uno). Otra cosa que hice, demasiado bacán y demasiado ñoña, fue ir a la Contraloría General de la República. En Derecho era ayudante de Derecho administrativo, y ellos tenían programada una visita así que me colé y fue hermoso y desconocido. Estuve, como díría Julio Videla 1, en la sala de las computasiones de Chile jejeje. Y nos recibió el contralor mismo en su oficina, era demasiado buena onda.

Ya con los trámites listos, lo que me queda es empezar a estudiar para la PSU (tristeza infinita). Y a fin de cuentas, haciendo una revisión de todo, estoy muy contenta, tranquila y segura de mis decisiones, y aunque implican cosas medias fomes, son necesarias para seguir con mis objetivos.